Nací para esto.

Desde muy pequeños jugábamos en aquella pradera verde y fresca. Eramos felices junto a nuestros primos y vecinos, siempre bajo la atenta mirada de nuestras madres. Que tardes pasamos corriendo, saltando y revolcándonos por la hierba. Las noches dormíamos todos juntos, que divertido fue aquel verano, que fácil es todo cuando eres niño. Pero todos crecemos, nosotros más rápido de lo normal. Con nuestra adolescencia toco dejar la diversión y cumplir nuestra obligación en la vida. Llegó el final del asueto y de nuestra infancia, cada uno debía tomar su camino. Desde que nací viví en el campo y ahora me subo en el transporte camino de la ciudad. Tengo miedo, igual que muchos otros que nunca salieron de su zona rural, de sus pequeños pueblos y granjas. En unas pocas horas ya estábamos listos para desempeñar nuestras funciones, variadas, así seríamos más útiles. Estuve en alimentación y casquería en aquel centro comercial, también entre los embutidos, pero lo que mas me gustó fue la sección de moda. Allí me mezcle con las mejores firmas, y me sentí valorada de verdad. Hermosos bolsos y zapatos, pantalones y chaquetas formaban parte de mi. Fue muy especial, tanto miedo y tan satisfecha ahora que me veo metida en parte, en el mundo de la alta costura. Fíjate mi prima con lo hermosa que era, y entre las alfombras que está, o su hermano en la sección de muebles. Solo me pregunto a veces, si me hubiera quedado en el campo con mi bella madre, como serían de grandes y fuertes aquellos pequeños cuernecitos. (Para Ioana Pricop)

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