La soledad y el anhelo

Salió de la cama despacio, como hace cada día, apagó el despertador y se dirigió al baño a recobrar la consciencia. Abrió el grifo y echo agua fría en su cara, y se vio con su pijama de rallas y su gesto triste y apático de todos los días. Escuchó la puerta de entrada y miró su reloj, era la hora a la que venía Marina, su asistenta. Encendió la ducha y cogió la ropa que que tenía preparada desde ayer antes de acostarse. Se desvistió temblando, hacia frío, y encendió un pequeño calentador de aire, el de toda la vida. Hacía mucho ruido, ya rozaba su ventilador y de vez en cuando conseguía que la luz parpadeara. Él siempre pensó que tenia vida propia. Entró en la ducha y a los pocos segundo abrieron la puerta del baño. Marina le llevaba las toallas limpias y secas que quedaban abajo en el cuarto de la plancha, todos los días era en mismo ritual. Era una mujer de mediana edad, muy atractiva y tenía una voz que le resultaba dulce y placentera, alguna vez soñó que entraba en la ducha con el y compartían su esponja. Su solitaria vida se la buscó el solo, con su carácter agrio e introvertido, y su desconfianza perpetua en todo el mundo, menos en Marina. El calentador seguía haciendo ruido y el vapor ya empañaba todo. La puerta se cerro, y otra vez mas Marina no entro en la ducha con el. En su imaginación trascurre el tiempo mas despacio y sin darse cuenta se le echo encima la hora de ir a trabajar. Apresurado salió de la ducha y empezó a buscar las toallas limpias y secas que le había subido Marina. Oyó la puerta de entrada, la puerta del cuarto de la plancha y unos pasos ágiles en la escalera. “Don Manuel disculpe se puso a llover y el trafico está insufrible”. Marina abrió la puerta del baño y vio a Manuel de pie desnudo y pálido. A pesar de su desnudez a ella lo que le llamó la atención fue su expresión, y lo envolvió con una de las toallas invitándole a sentarse sobre el borde de la bañera. “¿Qué ha ocurrido? ¿Que pasó?”. Giró la cabeza y la miro a los ojos. “¿Seguro que acabas de llegar?”. “Si ya le dije, el trafico”. “Alguien abrió la puerta mientras me duchaba, pensaba que fuiste tu”. Marina también se asustó, y se quedó allí mientras Manuel se vestía, no quería andar por la casa sola. Quien fuera entro por la entrada, pero Marina no notó nada en la puerta ni en la cerradura que la hiciera sospechar de una intrusión. Salió Manuel primero, Marina después agarrada a su cintura, los dos mirando a un lado y otro buscando algo fuera de sitio, roto o tirado. No había nada en toda la planta alta y empezaron a bajar la escalera despacio, casi deslizándose sobre los escalones para no hacer ruido y captar cualquier sonido que no produjeran ellos. No notaron nada, solo las pisadas de Marina al entrar y el reguero de agua que dejó su paraguas empapado por la lluvia. Revisaron una a una todas las estancias pero nada. Manuel marchó al trabajo, ya llegaba tarde y Marina se fue con él, no quería estar allí tras lo ocurrido, y le prometió que al día siguiente cubriría las horas que no hiciera. Nada más llegar al trabajo llamó a su vecino para advertirle de lo ocurrido, sabía que trabajaba en casa y le pidió que le avisara si notaba algo. Ese día no se concentró, no pudo hacerlo tras lo ocurrido, solo pensaba en ello. A la hora del almuerzo llamó al vecino y de nuevo a la hora de comer. Fue a su casa a la tarde y miro detenidamente la cerradura de la cancela para ver si estaba forzada y pensó que esa seguramente se la saltarían. El camino de pizarra hasta la puerta de entrada fue examinado en busca de huellas o algo que le pudiera llamar la atención, nada de nada. En la puerta se paró un segundo y escuchó, ni un solo ruido. Saco sus llaves despacio, normalmente tiraba del llavero y salían del bolsillo haciendo campanillas, metió la mano y las agarro todas para que le sirviera de sordina. La puerta chirriaba y aprovecho que pasaba por la calle un camión para abrirla, y asomando solo la cabeza volvió a buscar algo descolocado o caído, nada. Cerro con todas las vueltas de llave que le permitía el cerrojo, y resopló. Otro respingo, no había revisado las puertas y ventanas del resto de habitaciones, corriendo lo hizo para poder descansar lo ante posible. La tarde y la noche pasaron con la normalidad que fue posible, teniendo en cuento lo atento que estaba Manuel a cualquier ruido o destello. Se echo a dormir con la manta sobre la cabeza y tardo un buen rato, pero durmió. A la mañana siguiente el mismo ritual pero sin agua fría, se levanto tan atento que no le hizo falta. Las toallas ya estaban en el baño, como prometió Marina vino antes para compensar lo de ayer. Encendió el calentador y se quito el pijama, entro en la ducha mirando de reojo la puerta. Al rato estando tras las cortinas la puerta se abrió. "¿Marina eres tu?" dijo temblando de miedo. "Si don Manuel, solo venia a hacerle compañía". Abrió la cortina y vio a Marina quitándose la ropa, le miró y sonrió, entro en la ducha con él y le besó. Él la abrazo con fuerza mientras sentía como sus brazos le rodeaban. La puerta se abrió de nuevo, "¿Me llamaba?" Se vio abrazando el agua que caía por su cuerpo. "No perdona, no vi las toallas". "Entonces voy a continuar con mis tareas". Salio de del baño y Manuel de su trance. Durante toda la jornada pensó en lo increiblemente real que fue aquello. Al llegar a casa después del trabajo llamó por teléfono a Marina y le pidió que fuera a medio día si podía, al día siguiente quería estar a solo. Se levanto mucho antes, ilusionado y deseando que el encuentro anterior continuara. Bajo a por las toallas antes de irse a duchar, y al rato de estar haciéndolo se abrió la puerta. "¿Eres tú?. "Si señor". La cortina se abrió y Marina entro, le beso, con fuerza le abrazo e hicieron el amor. Ya todas las mañanas el esperaba a Marina, a la Marina que su mente imaginaba, hermosa y complaciente, llegando incluso a amar a esa ilusión. Empezó a usar su imaginación en otras cosas y cada vez su soledad le hacia mas feliz. Murió imaginándose a Marina, imaginándose que iba a trabajar e incluso imaginando que comía todos los días. Le venció su soledad con ilusiones verosímiles, y él que creía en ella se dejo atrapar.

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