Rojo pasión.

“A trabajar”. Eso dijo mientras colgaba el teléfono. Hizo una pequeña maleta de color rojo con lo necesario para un día. Una muda de ropa cómoda completa, unos vaqueros, una camiseta, ropa interior y unas zapatillas, también sus cámaras de fotos y su portatil en otro maletin. Sacó de su armario un elegante traje y una impoluta camisa blanca, las puso sobre la cama y se metió en la ducha. Le gustaba mientras lo hacía ir quitando poco a poco el agua fría hasta casi achicharrarse y se miraba al espejo con su cuerpo casi quemado y rojizo. Se vistió lentamente, aún había tiempo para coger el avión. Eligió una corbata roja con pequeñas impresiones azules, la apretó bien y echo el flequillo hacia atrás. “Vamos”. Asió la maleta y mientras esperaba al ascensor pidió un taxi desde su teléfono móvil. En la entrada del edificio encendió un cigarrillo y pensaba como lo haría esta vez. El taxi no tardó mucho en llegar y unos minutos estaba en el aeropuerto. Tomó una copa de vino tinto esperando el embarque y vio una mujer joven con su hijo, regalando a los que les rodeaban un involuntario espectáculo de ternura y amor. Sacó su cámara e hizo varias fotos del momento sin que se dieran cuenta, “Así es como se consiguen las mejores fotos”. Se acercó a la mujer y le informo de lo que había hecho y le entrego una tarjeta, a ella no le pareció mal y quedo en llamarle para hablar de ello. Tocaba subir al avión camino del trabajo. El viaje no duró mucho, apenas dos horas. Tomó otro taxi en la entrada, en esta ciudad son anaranjados, y le pidió que le llevara a la dirección del encargo. Era una casa a las afueras, a varios kilómetros de la ciudad. Se quedó mirando por la ventanilla desde el asiento trasero del vehículo, contemplando los prados plagados de amapolas, que lo convertían en una inmensa moqueta color rojo, que llegaba hasta el horizonte. Sacó de nuevo su cámara, bajo la ventanilla y pidió amablemente al taxista que fuera mas despacio. Hizo varias fotos mientras llegaban al lugar. La entrada de la residencia era una enorme puerta de hierro forjado, sujeta por dos columnas de piedra de granito que daban salida a el gran muro del mismo material, que daba la vuelta a la finca. Llamó al telefonillo y respondió una mujer. “Hola, ¿Quién es?”. “Soy el fotógrafo enviado por su marido”. “Bien le estaba esperando”. El portalón se abrió y despidió al taxista. El camino asfaltado que iba a la casa estaba rodeado de jardines, con flores de todos los colores y grandes árboles frutales en plena eclosión de hermosura. La cámara, la cual dejó ya colgada de su cuello no paraba de emitir destellos, la cogió con su mano derecha mientras tiraba de la maleta con la otra, todo le parecía digno de una postal. “Ya entiendo por que me pagan tan generosamente este trabajo.” Eso dijo cuando giro el objetivo y vio la enorme casa de fachada bermellón y los cuatro prunos, dos a cada lado del porche y que combinaban en color y majestuosidad con la vivienda. En la gran puerta de madera doble esperaba una mujer, el objeto de su visita. Era una mujer de mediana edad, pero bien conservada, muy atractiva. Se saludaron cordialmente y le invito a pasar. Le acompañó a través de la recepción hasta el salón. Lo presidia una chimenea barroca y una decoración recargada que le hizo fruncir el ceño. “¿Lo hacemos aquí?” Pregunto ella. “Prefería un lugar mas intimo, teniendo en cuenta la petición que me hicieron”. Ella sonrió picara, y le indico con la mano que le siguiera. Subieron las escaleras hasta el dormitorio principal. Esta estancia le gusto mucho más. “Me voy a preparar”. Le guiño el ojo mientras entraba en el vestidor, el saco la otra el resto del equipo y se despojó de la chaqueta. Ella hizo un autentico pase de modelos con toda clase de lencería, camisones y picardias, el no paró de fotografiarla en todo tipo de posturas. Una de las veces salió con un conjunto rojo con una bata de encaje rojo y quito la cámara de su cara. “¡Ese es!”. Se acercó a ella y la acarició. Ella que hace rato se encontraba excitada por la situación y el apuesto fotógrafo, y se mordió el labio. El empezó a tomar instantáneas de sus gestos mientras ella le aflojaba la corbata. Le quitó uno a uno los botones de la camisa. Le arrastro hasta la cama, se lanzo sobre él y le quito la cámara de la cara. Fue besando su boca, su pecho, poco a poco bajando hasta llegar a su entrepierna Le feló con ansia, su marido ya no albergaba tal potencia. Sin remordimiento, ya lo hizo más veces. Tras unos gemidos se puso sobre él y ayudada de su mano derecha la potencia hizo suya. Se lo hizo todo el tiempo, era insaciable, él no tuvo ni que moverse. Pero quería dominar también y cogiéndola de los hombros la dio la vuelta y la dominó. Luego la pulso de espaldas y la empezó a sodomizar. Ella gemía de placer y el agarro fuerte el gato egipcio de bronce que había en la mesilla y le golpeo la cabeza hasta que eyaculó. Soltó el gato ensangrentado y cogió la cámara. Hizo una foto de la mujer, la paso a un lápiz desde el ordenador y borro todas las huellas electrónicas. Cogió la maleta y fue al baño a ducharse. Se puso los baqueros y la camiseta, se afeitó la cara y rasuró su pelo. Limpió todo bien, incluso el cuerpo de la mujer. Metió el gato en la maleta junto a toda la ropa que llevaba, joyas y dinero que encontró, y se marcho. Antes de llegar, un par de kilómetros mas adelante, vio un puente sobre un río caudaloso. Fue caminando hasta él y lanzo la maleta. "Que paisaje tan bonito". Sacó de nuevo su cámara........ Encantado por el material conseguido y liberado del peso de la maleta, no tardo en llegar a una gasolinera en la que tomó un taxi. En la puerta del aeropuerto le esperaban. Un señor de pelo cano y escolta personal que le entrego un maletín a cambio del lápiz electrónico. Tras verificarlo en su táblet le dio la mano y se marcho. Sentado en su espacioso asiento de primera categoría en el avión de vuelta, con el portátil sobre las piernas, visionaba una y otra vez la sesión con la señora con un filtro rojo. Sonreía y pensaba que de una u otra manera se dedicaba a lo que le gustaba. "Y soy bueno, me encanta mi trabajo". ( Para Raquel Villaverde)

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