Gran actuación

(Petición de Jorge Miguélez con las palabras clave, diafragma hermético y macuto). Caminaba por el desierto desde antes que se pusiera el sol y ahora ya entrada la noche y con luna nueva, se hacía parte de él. Ropa negra en todo el cuerpo, guantes y pasa montañas. Llevaba un macuto con las asas colgadas de sus hombros a modo de mochila, por su puesto negro. Ya quedaba poco para llegar a su destino y mucho antes de la hora que le indicaron. Era un experto en supervivencia y militar meritorio. Se fue del ejercito cuando se dio cuanta que podía ganar mucho más dinero fuera explotando sus habilidades. Este era su tercer trabajo y el más complicado y peligroso. Tenia que infiltrarse en el área 52 y sacar unas fotos de unas pruebas secretas que se iban a realizar, solo eso, para él debería ser sencillo. Llego a lo alto de la colina indicada en el mapa y empezó a buscar el lugar adecuado para poder trabajar sin ser visto. No pensó en ningún momento cuales podían ser las consecuencias de lo que estaba apunto de hacer si le cogían, ya no haciendo las fotos, si no cuando estas llegaran a su destinatario. Nunca pregunto nada, se limitaba a hacer su trabajo y luego tras cobrar la minuta desaparecer. “Venga tiene que salir bien, con este encargo ya casi me retiro”. Se animaba con la idea de la jubilación y a penas superaba los treinta años. Una vez encontrado el lugar, descolgó el macuto y lo abrió. Sacó un trípode cuyas patas median unos veinte centímetros y lo puso sobre una roca que anteriormente eligió usando un nivel de gota. Quizás bastaría con menos y daba igual que las fotos estuvieran un poco torcidas, pero era muy detallista. Monto el objetivo y puso la cámara en el, se veía insignificante frente a tal catalejo. Lo acopló todo al trípode y se quedó mirando tras el objetivo esperando que algo se moviera. No sabía que tenía que retratar, así que movía la cámara de un lado al otro, arriba y abajo mientras abría y cerraba una y otra vez el diafragma del objetivo, pero nada. “Bien se supone que en cinco minutos empiezan las pruebas y aún no hay movimiento”. Estaba a punto de dar media noche y un leve silbido le llamó la atención. Un flash le nublo durante unos segundos la vista y el silbido se convirtió en el sonido de un huracán con sus fuertes vientos, rayos y truenos. Volvió a poner su ojo en el objetivo y vio una especie de plato sopero al revés, de unos diez metros de diámetro con otro pegado debajo. La base y la cúpula fijas emitían destellos de diferentes colores, a veces mezclados y el centro del platillo giraba a gran velocidad provocando el silbido que ya le empezaba a molestar. Su dedo indice no paraba de pulsar el botón con ritmo matemático. El platillo se posó y vio llegar a su lado dos vehículos militares de los cuales bajaron varios oficiales de alto rango. Del ovni unos seres de estatura parecida a la nuestra, pero con las cabezas abombadas por detrás y los dedos de las manos eran mucho mas largos. Acerco lo mas que pudo su visión, podía oír el motor del diafragma que seguía empujando, estaba tan alucinado que mantuvo durante un rato el botón apretado. Podía ver los rasgos de los seres y como gesticulaban para comunicarse con los oficiales. Todo iba bien hasta que uno de los seres giró la cabeza y se quedo fijamente mirando a su posición. Cogió rápido la cámara y dejó allí el resto, la metió en el bolsillo y echó a correr. A los pocos segundos un foco iluminó su cabeza acompañado del sonido característico de los helicópteros. Puso las manos sobre la cabeza e hincó las rodillas en el suelo. Estando deslumbrado notó unos pasos a su espalda y perdió el conocimiento, Despertó metido en una especie de crisálida trasparente, totalmente hermética, en posición vertical. Un general y dos de esos seres estaban frente a él. “Hola señor ......” Hubo unos segundos de silencio. “¡Dígale su nombre!” Grito un soldado de la escolta del general. “Peter Jhones” “Bien señor Jhones, a cometido un delito grave de traición. Lo sabe ¿Verdad?” “Si señor” “Vaya es usted militar por lo que veo”. “No señor me retiré del servicio hace unos meses”. Un soldado llego con unos folios y el general los estuvo observando durante unos segundos. “Puede que sea su día de suerte soldado. Su hoja de servicio es impecable y lo que ha hecho hoy demuestra que es usted un gran mercenario”. El general miró a uno de los seres y se dirigieron unas palabras en un idioma que nunca había escuchado. “Ya que la pena por tu delito es de muerte, pensábamos dejar que nuestros amigos experimentaran contigo, pero nos puedes ser más útil en la CIA”. Peter le miró a los ojos. “Haré lo que manden”. “Deberás jurar lealtad de nuevo pero esta vez avalando con tu vida”. “Estoy de acuerdo”. Hizo un gesto a los soldados y la hermética crisálida se abrió. Los soldados se posicionaron a su lado y dos de ellos le cogieron de ambos brazos. “Recibirás instrucción de nuevo. ¡Llevároslo!” Cuando Peter salió de la sala uno de los seres tiro de la piel de su cuello destapando un aspecto humano y se dirigió al general. “Señor, permiso para ir a la cantina antes de que llegue el recluta de las tres.” “Voy con usted”.

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