Un juego de aventura

(Solicitud de Resi, con las palabras clave azul, frío y lobo. Espero que te guste, que sé lo critica que eres, jajaja Un beso.)“Espero que no tengamos que pasar muchas noches aquí.” Hacia un momento que un helicóptero alquilado les dejó en la entrada de aquel recóndito bosque. Iban con un permiso del gobierno para cazar varios lobos. Otro juego de aventura para el adinerado grupo de amigos La nieve caía de las copas de los arboles sobre ellos, y eran sacudidos por el viento. El frio era tan intenso que dudaban poder apretar el gatillo de sus armas. Lo primero preparar un campamento base. Montaron dos tiendas de dos plazas, justo para ellos cuatro y una hoguera en el medio. Era temprano así que esperaron a que el tiempo fuera mas adecuado para la caza. Prepararon una bebidas calientes, y entraron los cuatro en una de las tiendas para protegerse del aire. Allí planificaron la estrategia y prepararon ya sus armas. Llegó el medio día y el tiempo no mejoraba. No podían arriesgarse a perderse por la espesura, si así fuera no durarían mucho tiempo. Al estar los cuatro en la misma tienda no se dieron cuenta que la otra salio volando, cuando salieron a comer se lamentaron e intentaron recoger la tiendo que se hallaba en una rama alta de un pino. “Además que no hemos podido hacer nada, ahora esto”. Dijo Manuel que era un autentico cascarrabias. “Si Manuel, tendríamos que estar en la playa recogiendo conchas”. Juan se echo a reír, cuanto más se quejaba Manuel más se reía él. Manuel se dio la vuelta con mala cara y Juanillo, le llamamos así para diferenciarles y por que Juanillo era chiquitín, salio al paso para poner paz. “Si os traigo a estas aventuras es por estar con vosotros, no empecéis a pelearos ya. Vamos a solucionar esto y punto”. El cuarto de la expedición era Jaime, el más tranquilo y poco hablador, aunque cuando lo hacía era directo y mordaz. Mientras discutían Jaime empezó a subir al árbol sin mediar palabra., otra cosa que tenía era un gran valor y arrojo. Cuando le vieron los compañeros fueron bajo el árbol, pero seguían discutiendo. Se echaban en cara entre Juan y Manuel por la colocación de la tienda. “Sois como un matrimonio mal avenido”. Resopló Juanillo. De repente se oyó un crujido y la enorme rama con Jaime encima cayo, y lo hizo sobre Manuel quebrando su pierna derecha, Jaime golpeo su cabeza y perdió en conocimiento. Les llevaron lo mas rápido que pudieron hacia la tienda junto a la hoguera. Acomodaron a Jaime dentro y se centraron en inmovilizar la pierna de Manuel. Cuando le descubrieron la pierna vieron una extraña marca rectangular. Juan se apresuró a mirar en el bolsillo de Manuel y encontró el GPS – transmisor totalmente destrozado. “¡No!”. Por lo menos sabían que en tres días les recogerían. En ese momento se escuchó un grito dentro de la tienda y al mirar que ocurría vieron a Jaime con cara de asustado. “¡Quienes sois que hago aquí!” Salio corriendo de la tienda y se perdió en el bosque. Sus amigo le intentaron detener pero este no hizo caso y desapareció entre la vegetación nevada y el frío. Juan, el bromista estaba asustado. “Y ahora que”. Lo repitió varias veces.”¡Cállate por dios!” Juanillo se puso nervioso por las quejas continuas y los gemidos de dolor de Manuel, a parte de haber perdido a un amigo en el bosque y no poder avisar de la emergencia por la rotura del transmisor. Aún así intentó guardar la compostura. “Tenemos que buscar a Jaime morirá en pocas horas si no lo hacemos.” Cuando terminaron con Manuel planificaron la búsqueda, el viento había amainado y dejó de nevar. Tenían que encontrarle antes de que la noche entrara, si no lo perderían para siempre. “Tenemos aún varias horas para que se oscurezca, cada uno por un lado. Usaremos las brújulas”. Cogieron sus armas y salieron en su busca. A los pocos minutos Juanillo escucho un grito que provenía del campamento. Echo a correr en esa dirección y cuando llego vio un rastro de sangre sobre la nieve y huellas de lobo. Asustado apunto a uno y otro lado en dirección a los matorrales. El miedo le terminó de dominar cuando escucho varios disparos y gritos en la dirección en la que se fue Juan. Se acercó a la hoguera y empezó a oír gruñidos y aullidos al rededor suyo. Los matorrales empezaban a sacudirse y disparó varias veces en todas las direcciones. Ya no tenía consciencia, solo el instinto de supervivencia le guiaba. De uno de los matorrales salió Jaime con un disparo en el pecho y a los pocos metros cayó. Había además matado a uno de sus amigos, y los otros dos no sabía donde estaban, cada vez más entumecido ante lo que ocurría no se percató de la sigilosa presencia de un gran lobo a su espalda. Este se lanzo sobre él, y le golpeo haciendo que su arma cayera y dejándolo a merced de los animales, que poco a poco salieron de entre la vegetación y le rodearon. Ya no había esperanza. Se giro hacia el lobo que le golpeó, era grande y de un gris tan brillante que con los reflejos de la nieve parecía azul. Se levanto e intento espantarlos gritando y haciendo gestos con sus manos. Se armo con una rama ardiendo y giro a su alrededor esperando que se fueran. El gran lobo azul se puso frente a él y le distrajo. Otro de ellos de un salto le arrebato la rama y el ya vencido rezó todo lo que pudo y se acordaba. Mientras lo hacia, veía como devoraban a Jaime bocado a bocado, cerro los ojos para no verlo y para no ver tampoco cuando lo hicieran con el. A los tres días llegó el helicóptero al lugar planificado y no encontraron nada. Ni los restos de la hoguera, ni las tiendas y por su puesto a ninguno de ellos, o sus restos. Solo vieron sobre una roca un enorme lobo azul, que por momentos les pareció que sonreía. Al bosque de vez en cuando le gusta ganar la partida.

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