Casualidades. Parte 1ª

( Petición de Alberto con las palabras clave: Descuajeringado, distorsionado y trapecio. Me va a quedar muy largo, así que lo haré en partes. Espero que sea de tu agrado aunque me falta recuperar un poco de chispa jeje Un abrazo ) " Ya nos espera la avioneta en la otra pista " Esto dijo e guía apenas habiéndonos saludado. Acabábamos de bajar del enorme avión que nos trajo desde Europa y de nuevo tendríamos que volar para llegar a nuestro verdadero destino, un lugar apartado en medio de la selva. En realidad la situación de las cuevas que buscábamos no la conocíamos, tendríamos que visitar primero los poblados y hablar con los habitantes para recopilar información sobre la localización exacta. Cuando llegamos a la pista nos esperaba una pequeña avioneta descuajeringada. Claramente desde fuera ya se notaba que era antigua y que el piloto no ponía mucho interés en su aspecto. Nos aseguró que las parte importantes para volar estaban en perfecto estado. Por dentro se veía algún cable salir del techo y los asientos deshilachados, descoloridos y con manchas de suciedad que marcaban con claridad donde había que poner el culo. La desconfianza era grande a pesar de las afirmaciones del piloto, pero el viaje era corto y las prisas nos obligaron a no desechar el transporte. Habiendo remontado el vuelo nos dimos cuenta que era realmente fiable ya que no hacía ruidos extraños y el pilotaje era suave y tranquilo. Empezamos entonces a planificar la expedición. Solo disponíamos de unas escritos anónimos de los colonos españoles que inspeccionaron la zona en el siglo XVI. Sabíamos que eran de la época, no cabía duda, lo que desconocíamos eran los autores y la zona concreta en la que hicieron el hallazgo. Tras varios meses de investigación pudimos intuir sin mucha posibilidad de error donde se encontrarían. Los descubridores pospusieron la expedición por unas extrañas fiebres que les hicieron regresar con las manos vacías, si bien encontraron una variada cantidad de joyas, enseres y figuras divinas la mayor parte de ellas hechas en oro y plata. Nunca regresaron ya que el Virrey, harto de poner dinero para expediciones, no les financió y además fueron destinados al norte para aplacar la sublevación por parte de unos indígenas, en la que murió la mayor parte de ellos. Los papeles quedaron como simples piezas de un pequeño museo donde mi socio y yo las descubrimos por casualidad, en una conversación jocosa con un amigo que trabajaba allí. Hablábamos de la última película de piratas, con sus parches de ojo, sus patas de palo y sus barcos fantasma. Las abordajes, los cañones y como no, los tesoros escondidos. Eso fue lo que le hizo recordar a nuestro amigo aquellos papeles donde se hablaba de uno escondido en la selva. Pocos días después fuimos a visitarle y de paso echamos un vistazo a los manuscritos. Tomamos unas fotografías y tras una primera investigación, solicitamos a la dirección del museo permiso para examinarlos de cerca y a fondo. Aceptaron gracias a que mi socio era historiador y alegamos nuestro interés en verificar la información y averiguar lo real de la misma. Accedieron también a sabiendas de que no tendrían que financiar de ninguna forma nuestra aventura, yo disponía del dinero y mi compañero de los conocimientos. Así que aquí estamos en una pequeña avioneta con el guía y un amigo periodista de mi socio que recogería todo lo ocurrido tanto con la cámara como en papel para tenerlo bien documentado. El viaje de a penas una hora hasta la improvisada pista en medio de la selva transcurrió con tranquilidad, entre estrategias y planes de acción. El guía tenía concertadas citas con los indígenas de varios poblados en la zona que habíamos determinado. Junto a la pista había ya montadas varias tiendas de campaña ya que la primera visita, al poblado más cercano, nos llevaría medio día y quedaba poco para el anochecer. El chico que montó las tiendas era el primogénito del guía y nos ayudaría también con el equipaje. Pasó la noche entre sonidos de animales que me sobresaltaban y los implacable mosquitos que engordaron a mi costa. Antes de que saliera el sol nos levantamos para terminar de preparar y organizar el viaje. Partimos como buenos exploradores con nuestras ropas color marrón y nuestras mochilas. Entre nerviosos y preocupados por la frondosidad del bosque y las innumerables fieras y alimañas que allí habitaban. Antes de llegar a nuestro destino hubo que pasar por la vereda de un río que era estrecho, pero de caudal bravío. Según avanzábamos por el camino que bordeaba el cauce, este se elevaba cada vez más pasando por encima de unas enormes rocas descubiertas por las crecidas y que conducían a una hermosa cascada. El periodista empezó a sacar fotos de aquel bello y ruidoso lugar con tal pasión que no se dio cuenta de nuestro avance. Al llegar a lo alto del camino, justo donde saltaba el agua, nos percatamos de ello, pero no sacaba fotos, solo movía el objetivo como queriendo ver algo. " ¿ Que ocurre ? " Pregunto mi socio desde lo alto. Levantó la mano indicándonos que nos acercáramos sin quitar el ojo de la cámara. Saque corriendo mis prismáticos de la mochila y me acerqué hasta él. " Allí, entre aquellas lianas. En la base de la cascada ". Miré hacia el lugar, pero no veía nada. " Espera que pase esa nube, solo se ve cuando le da el sol ". Mi socio ya estaba mirando también y pacientemente esperamos que esta pasara para seguir mirando. En ese momento nos explico que en aquella roca había unas grietas que parecían haber sido hechas por el hombre. Eran lineales y bastante profundas. " Mirarlas vosotros que sois los expertos ". Y nos ofreció la cámara con su enorme objetivo para que lo viéramos bien. Yo señale a mi socio y este la cogió sin dudas. Cuando se fue la nube el periodista y yo nos quedamos esperando un veredicto. " Hay que verlo desde más cerca, si que parecen hechas con herramientas ". Llamamos al guía y a su hijo que estaban aún en la parte superior y les preguntamos si había algún lugar o forma seguras para cruzar el río. " Lo mejor será utilizar el material de espeleología y cruzar por aquí mismo ". Cogimos las cuerdas y aprovechando las ramas que sobrevolaban el río, montamos una especie de trapecio en el que podríamos pasar. De momento solo iríamos mi socio y yo para ver que eran aquellas hendiduras en la roca. Pasamos sin problemas a la otra orilla y al apartar las lianas quedamos extasiados. Posiblemente habíamos hallado lo que buscábamos.  La grieta formaba un círculo perfecto que parecía tapar una entrada. Limpiamos la parte inferior de las plantas y sedimentos que la cubrían varios centímetros y descubrimos una especie de riel claramente hecho del roce al girar la roca. Empecé a pensar que algo raro pasaba, todos nuestros hallazgos se estaban produciendo por casualidad y eso me dio intranquilidad, yo nunca creí en ellas. Avisamos a los otros compañeros y les dijimos que pasaran junto al resto del equipaje al otro lado de río. Todos nos pusimos a empujar la roca y unos segundos después teníamos ante nosotros un lugar que no había sido visitado desde hace cientos de años. No se veía mas allá de un par de metros. El nerviosismo y la emoción se apoderó de nosotros mientras preparábamos el equipo. No dije palabra mientras decidíamos la estrategia pensando en qué íbamos a encontrar.

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