Bolras Cap. 11º

Ya no pude dormir. Aún así me sentía descansado, a pesar de que apenas dormí tres o cuatro horas. Mi difunta mujer y yo siempre dormíamos así y quizás mi cerebro llenó un hueco que le faltaba para completar el descanso. Ahora si que sonreí. Me alisté y me dirigí a la cantina más que nada para que Lydia luego no me echara la bronca, no tenía hambre. Me dí cuenta que lo de Mary fue algo infundido, ella en ningún momento mostró interés más que por mi herida. Fue una ilusión quizás causada por el largo tiempo sin compañía. Pero Virgy si me mostró interés y estaba ahí de verdad. La sensación placentera que me produjo esa noche y ese oportuno beso por la mañana hacían que una perenne sonrisa vistiera mi cara. Su marido murió casi al mismo tiempo que mi mujer y decidí estrechar los lazos con ella. Además las niñas eran muy buenas y obedientes, no había una razón para no intentarlo. Llegué a la cantina e intenté disimular mi euforia. “Buenos días ferny”. Tony y Korde se encontraban en una mesa comiendo unas costillas y bebiendo cerveza. “Buenos días, hay que coger fuerzas para cavar.” “En ello estamos”. Dijo Tony. Korde replicó: “No podemos demorarnos mucho así que espabilar con el desayuno y vayámonos a trabajar. Si vienen los soldados antes de que terminemos nos cogerán metidos en la zanja.” Terminamos en poco tiempo de comer y fuimos directos al foso. Allí estaban Sefy y Jolu que se quedaron con otros cuantos trabajando durante la noche. Ya tenían un cuarto del perímetro cubierto y completado el canal hacia el lago. “Buen trabajo chicos, esto va más rápido de lo que esperaba”. Era cierto que estaba sorprendido y se les veía realmente agotados. Sefy: “Creo que hoy desayuno en el corral. Me voy a comer un cordero con pelos y todo.” Todos soltaron una carcajada. Recogió su querida espada del suelo y se fue con el resto de los chicos hacia casa de Jun. Empezamos por recoger todo el material que quedó amontonado junto al foso, dejando las mejores rocas para reparar el tramo de muro que ahora formaba parte del dique. Cuando terminamos esa tarea el muro se veía imponente. No tenía mucha altura pero con la profundidad del foso resultaba infranqueable. Además teníamos calculado el ancho justo para que un hombre con espada, escudo y armadura no lo pudiera saltar. La profundidad no era mucha tampoco por lo mismo, no era necesario mas que hasta la altura del ombligo. Solo con eso quedarían a merced de nuestros arcos durante suficiente tiempo como para acabar con ellos. Pero Tony fue más allá y nos hizo rectificar. “La profundidad es poca.” Korde “No hay soldado que remonte esto de un salto con ese peso, es imposible”. Tony: “ ¿Y sobre los cadáveres de sus compañeros?” Por eso aquí decidimos todos, por que así somos más fuertes. “Chicos tenemos que volver atrás. Hay que bajarlo hasta el hombro por lo menos.” Dimos la vuelta y empezamos desde el principio a ahondar el foso. Tony estuvo muy acertado en esa reflexión y no había discusión posible. Los que estuvieron en el dique terminaron pronto y vinieron a ayudar. Siguieron cavando hasta el ombligo donde terminaron anoche y nosotros continuamos con la rectificación. Esto nos retrasaría pero era necesario para que nuestras defensas fueran un poco más fuertes. Cuando la primera parte del foso llego a la entrada de Bolras, avisamos a los albañiles para que prepararan un portalón y a los carpinteros para que hicieran una gran puerta y dos atalayas más para cada lado. Todo ello iría unido al muro cerrando totalmente Bolras por primera vez. Llegando el medio día un niño que andaba jugando en la cascada vino corriendo asustado. “¡Hay una mujer en la cueva lo he visto.!” Korde: “Hay un niño sobre la zanga, lo he visto”. El niño dio un salto sin cambiar de lugar y apretó los puños. “No se quién es, no la conozco.” Se notaba que no mentía. Salimos del foso y cogimos nuestras armas. Pasamos por debajo del agua los más rápido posible para no estar cegados mucho tiempo. Blandiendo las armas, con los arcos armados y mirando a un lado y otro de la oscura cueva. No se escuchaba más que el agua golpeando y varias antorchas previamente colocadas difuminaban nuestras sombras. Se escucho un leve silvido. Tony: “Que fue eso.” Del fondo salio una voz de mujer. “Fui yo, la que mora en la montaña”. Nuestro bello se erizo y nuestros músculos se tensionaron. Korde: “¡Muéstrate!” Se escucho otro silvido seguido de una voz de hombre profunda y tenebrosa. “Bajad las armas y nos veréis.” “¡Esta bien!” Hice un gesto con la mano para pedirle a mis compañeros que lo hicieran. Del fondo de la cueva aparecieron los dos. Su aspecto era deslumbrante a pesar de vivir allí. El hombre se adelantó : “Somos los que hemos morado en estas tierras desde el principio. Os hemos estado observando y escuchando. Si aún estáis aquí es por que os lo hemos permitido.” Korde: “Eres demasiado arrogante”. Hizo ademán de levantar su espada y el hombre con un gesto del dedo la lanzo contra el techo. “Volved mañana a esta misma hora y hablaremos de Bolras.” Desaparecieron entre las sombras. Salimos de allí impresionados por lo experimentado y obedientes. El resto de la tarde pasó divagando sobre la autentica intención de aquellos magos. Sabíamos que tenían razón y que si quisieran nos echarían de su casa. Eso nos daba tranquilidad y serían unos aliados impagables para nuestra causa. Anocheciendo llegó el relevo. Les contamos lo ocurrido y nos dijeron que hablaban las leyendas de una bruja y un mago que protegían la montaña. Nos sentimos privilegiados de contar con su beneplácito y nos fuimos a cenar y a dormir pensando con más fuerza en nuestro sueño. Al llegar a casa de nuevo no estaban las niñas. Virgy remendaba con paciencia unas prendas. “Buenas noches que tal fue hoy”. “Estoy totalmente reventado. Pero hoy me meteré en la cama ilusionado y tranquilo como hace tiempo que no me ocurría.” Me metí en la cama y le conté a Virgy lo que nos pasó en la cueva y lo rápido que estábamos haciendo el foso. Ella me contó como le fue el día y que la pequeña Sofy se callo y se hizo daño en la rodilla. Me hizo reír con su explicación del momento. Soltó las prendas y se acerco a la cama. “Ya es tarde para mi y tu estas agotado, vamos a dormir”. Se metió en la cama y yo la abrace por la espalda. “Ferny, gracias por ayudarnos de esta manera. No se que hubiera sido de nosotras sin ella”. “Ya te dije. Lo que haga falta”. Ella cogió mi mano y la llevo bajo su ropa poniéndola en su pecho. “¿Lo que haga falta?”

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