Bolras Cap. 15º

Me despertó mi mujer al levantarse. “¿Las niñas?”. “Si tienen que desayunar temprano, no quiero que se mal acostumbren”. “Dile a tu hermano que lo haga él y ven a desayunar conmigo”. Se me quedó mirando unos segundos. “ Se lo pediré”. “Me gustaría que me acompañaras en una reunión del consejo”. Nosotros nos reuníamos casi cada comida e íbamos comentando todo lo sucedido. Era importante para solucionar o anticiparnos a los problemas. Allí no solo hablábamos de las defensas y batallas pasadas o por venir. También lo hacíamos de los problemas y necesidades de los habitantes de Bolras. Marchó y yo me vestí y tome un caldo caliente y aguado de carne, que aderecé con un poco del licor de Jun. Mientras esperaba a Virgy un destello nublo mis ojos. En pocos segundos mantuve una conversación de minutos con Doly y Alexauron. Quedé sorprendido pero solo eso. No recordaba nada de la conversación y no entendía el porque de aquel episodio telepático. “¡Eh!” Virgy Rió. “Vaya cara tienes. A saber en que pensabas”. Al escucharla recuperé la consciencia. “Ya sabes hay mucho por hacer”. Fuimos directos a la cantina. Ya estaban allí los demás. Estaban organizando las guardias. Los carpinteros se sumarían a los albañiles entre los exceptos de hacerla. Jolu: “Tiene que ser así. Hay que preparar las picas del foso. Solo para talar los árboles tardarán varios días. Hay que ponerles más brazos para hacerlo antes.” Korde: “Con el foso terminado los demás tendremos que doblar las guardias. Los paisanos lo entenderán.” Jolu: “Contamos con el apoyo de todos. Eso no es problema”. Tomamos asientos tras unos saludos. Miner:”Buenos días. No me habías dicho que estabas con alguien. Me has mentido”. Se marchó corriendo y gimiendo hacia la cocina. Virgy me miró entre sorprendida e indignada. Ya sabíamos que Miner se estaba partiendo de risa y nos echamos a reír. “Venga que me vas a buscar un problema”. Miner salió con lágrimas en los ojos y una sonrisa en la boca. Miró a Virgy: “Lo siento, no va contigo”. Virgy giró la cara hacia mi. “Luego te lo explico.” Seguimos debatiendo los problemas. Hace tiempo que nos dimos cuenta que era la mejor manera de encontrar soluciones. Les dábamos vueltas hasta redundar. Uno de los vigías que enviamos al paso tras la vuelta de Miry regresó. Las tropas estaban desmontando las casetas. Se estaban posicionando en la entrada del paso. Jolu: “No puede ser”. Mientras distribuían los restos del foso se dobló un tobillo. Yo no me di cuenta porque cuando llegué él estaba sentado. “Iré yo entonces. Sabes que puedo hacerlo”. Jolu:” Lo siento Ferny,. Ya es mala suerte justo ahora”. Le abracé y mandé al vigía que fuera a buscar a Miry. Le expliqué lo ocurrido con Jolu y que iría con ella. También que conmigo vendrían Sefy y algunos más. Si se escapaba un soldado nos haría falta alguien diestro en la lucha cuerpo a cuerpo. Tony, Korde y Jolu tendrían que quedarse para empezar a organizar las defensas del sur. Korde era en un gran trampero y Tony un excelente explorador que adivinaría los pasos y paradas del ejercito del Rey. Jolu por su lesión y para enseñar a los demás en las técnicas de camuflaje. Le di a Miry dos de los paquetes y el resto se los di a Jun para que los guardara. Ella salió de nuestra vista antes de que pudiéramos preparar las monturas. Saltaba de roca en roca como si sus músculos y huesos fueran de resina. Mientras veía como se alejaba otro destello me cegó durante un segundo. Mi primer recuerdo de la visión fue Miry desenvainando sus dagas. Se me estremeció el cuerpo. Se supone que si todo salía bien no habría que luchar. Monté en el caballo con gesto de preocupación. Sefy: “Que ocurre.” “No, solo que espero que salga toso bien”. Sefy:” Estas conmigo. ¡Que te puede pasar!”. Levantó con su brazo derecho la enorme espada. “Vaya Sefy ya te has acostumbrado al peso”. Se separó del caballo y empezó a girar la espada sobre su cabeza. La clavo en el suelo y apoyó su barbilla en el mango. “No tengo miedo”. Me hizo sentir más seguro y también a los cinco chicos que vendrían con nosotros. Su arrojo era importante para nuestra moral. Salimos lo mas rápido que las monturas podían por aquellos pedregales y a mitad de camino vimos a Miry a lo lejos. Descendía de la ladera izquierda del paso. Mientras los caballos caminaban nos quedamos con la boca abierta y pensando como era posible que no se despeñara. Al llegar a su altura desmontamos y preparamos las armas. El único arquero era yo. Los otros chicos y Sefy eran infantes. Manejaban espada, daga y escudo con destreza. Como dije antes por si se escapaba alguno. Miry me señalo el lugar donde puso los paquetes. Empecé a trepar por la ladera derecha en busca del lugar perfecto para lanzar mis flechas. No había subido ni dos metros se empezó a sentir una vibración y se escuchaba un leve murmullo. Cada metro que subía más fuerte eran ambos. La ansiedad y el miedo a fallar se apoderaban de mi. Intente concentrarme en la tarea. Aunque muriera después tenía que hacerlo por Bolras. Estaba casi en mi destino cuando el musgo salido de las últimas lluvias me hizo resbalar cayendo dos metros más abajo sobre mi mano izquierda. La muñeca se me quebró y solté un enorme grito de dolor que tras el ruido del golpe hizo que mis compañeros se alertaran. Al fondo del paso ya se veían los destellos de las solidas y brillantes armaduras macizas. Sefy ordenó a los chicos que fueran a recogerme y se puso en el medio del paso con la espada hacia atrás e inclinado hacia adelante. Tenía en la mano izquierda la daga. Sin cambiar de posición la llevo a su frente e hizo un pequeño corte. Mojo un dedo con la sangre y se lo llevo a la boca. Luego grito varias veces y se quedo en la posición inicial. Le he visto hacer locuras pero nada como esto, aunque he de reconocer que envidiaba su valentía. Entre cuatro de los cinco chicos me recogieron. No lo solo quebré mi muñeca, tenía un dolor intenso en la cadera que no me dejaba caminar. Me dejaron junto a las monturas y desenvainaron sus armas. Uno de ellos cogió mi arco y se quedó junto a mi. Con mi mano derecha temblando de dolor y miedo agarré con fuerza mi daga. Vi como los chicos se posicionaron tras Sefy. Cuando las tropas les vieron, empezaron a cargar. Sefy se inclinó más aún listo para dar un gran golpe y los chicos le siguieron. Las flechas que lanzaba el otro chico rebotaban contra las armaduras y cascos de los soldados. “Se acabó”. Lamentaba en ese momento haber sido tan torpe al escalar. Lloré al pensar en mis amigos y en todos los habitantes Bolras viendo todo perdido. Los soldados ya estaban cerca cuando de la nada salió Miry haciendo una pirueta. Esto sorprendió a los soldados que frenaron durante unos segundos. Miry desenvaino sus dagas igual que en la visión. Los soldados reanudaron la carga. Miry miró hacia el hueco y lanzo una de sus dagas a la vez que corría como gacela hacia nuestra posición. La daga entró en el hueco haciendo una chispa y un segundo después el suelo tembló. Los soldados seguían cargando mientras las rocas caían sobre sus cabezas. Pasaron solo dos. Sefy cargó arrastrando la espada y gritando hasta llegar casi a su altura. Frenó en seco. La inercia y su destreza hicieron que la espada cortara la cabeza de los dos soldados a la vez. Aún dio media vuelta más. La alegría de la victoria enjuagaba el dolor de mis huesos rotos. No podía creer que saliéramos de aquella. Solo lamentaba mi muñeca rota. Quizás mi arco no podría ayudar más.

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