Bolras Cap. 17º

Jolu y yo estuvimos charlando otro buen rato mientras Virgy fue a llevar a las niñas con su hermano. Yo le dije que no era necesario, que no molestaban. Ella sentenció con un, “Las conozco como si fueran mis hijas” y una sonrisa. Cuando regresó, Jolu ya se estaba marchando. Se despidió con un gesto de ánimo desde la puerta. Virgy empezó a preparar una infusión de las que toma para los dolores menstruales, junto con las que me quedaban de la infección de la herida anterior. Al no estar el médico, teníamos que apañarnos con los remedios heredados de generación en generación, esos que solo dan la experiencia y conocer nuestro entorno. “Bueno Ferny ahora me toca a mi cuidarte”. “Te lo agradezco de verdad”. “No me preguntes, pero sabía que algún día estaríamos juntos”. Era curioso, pero hasta ahora no habíamos hablado sobre nuestra relación y además lo hicimos con gran naturalidad. Hablamos hasta que el tremendo golpe, el cansancio por la lucha contra la muerte y la infusión con un poco de licor de Jun, hicieron mella en mi. No podía decir dos palabras sin soltar un bostezo. “Venga échate a dormir”. Me empujó levemente para que me acostara y me tapó con la manta. Sentí sus labios en mi frente y luego me dormí. Tuve unas terribles pesadillas que me hacían revolverme en la cama. Eso me provocaba dolor y me despertaba. Me sucedía como con las visiones. Podía ver trazos de una gran batalla en la explanada, pero al despertar no recordaba apenas nada. Una de las veces que me desperté en plena madrugada, pude sentir mucho movimiento y excitación por el poblado. Sigilosamente cogí mis bastones e intente salir para enterarme de que ocurría. Cuando ya casi había llegado a la puerta Virgy despertó. Yo esperaba una reprimenda y ella metió sus hombros bajo mi brazo y me ayudó a salir. Vi a Sefy y Korde en casa del herrero, afilando sus espadas y sacando lustre a las armaduras de placas que pudimos conseguir. El resto estaban también preparándose. Los carcaj estaban llenos de flechas y los arcos bien tensadas sus cuerdas. Los que lucharían a espada tenían puestas las mallas despojadas de los soldados muertos y se repartían a suertes los escudos, unos mejores que otros. Giré la cabeza hacia el muro y vi unas columnas de humo que subían cercanas al bosque, por el camino de Llanera. “Ya llegaron los de Perímera. Dentro de muy poco tiempo sabremos nuestro destino”. Me giré y vi la cara de preocupación de Virgy. “Ve a hablar con tu cuñada. No creo que ataquen hasta mañana, pero hay que ir decidiendo quién irá con los niños a la cascada”. “No te puedo dejar aquí solo ahora”. “Tienes razón. Ayúdame antes a llegar a la cantina y cuando te vayas avisa a alguno de los chicos, me quiero reunir con ellos, por favor”. Llegando tuve otra alucinación en forma de destello en la que Alexauron me decía: “ Si golpeas la madera, sea con metal o con piedra, no suelta chispa”. Sacudí mi cabeza y me quedé un momento pensando. Virgy: “¿Estas bien?”. “Si, si, solo me dio un pinchazo la cadera”. Seguimos caminando mientras pensaba que quería decir el mago con aquellas palabras. Por lo menos ya podía recordar una frase completa. Me senté en nuestra mesa de siempre y me despedí de mi mujer. Miner estaba en el mostrador y podía escuchar a Jun y Lydi hablando en la cocina. Miner: “Menudo susto me diste. ¿Como estas?”. “Ahora mismo hambriento” y sonreí. “Bueno eso significa que estás mejor. Voy a calentarte algo”. Jun salió de la cocina y se acercó a mi. “Justo es lo que debes hacer, comer algo”. Puso esparto en un cuenco y una vela en el medio. Empezó a golpear dos piedras mientras nombraba a todos los ancestros ilustres. Grandes cazadores, guerreros y benefactores de Goday. Estas soltaban chispas al golpear, hasta que Jun sopló y una llama surgió. Otro destello me veló los ojos. Doly: "¡Eso es!”. Me quedé mirando como el esparto hacía que la vela se derritiera sin arder su mecha. Pero solo fue un reflejo en mis ojos, ahora si que no entendía nada. Mi mente estaba volando a gran velocidad, buscando una respuesta a los mensajes. Me desperté de mi abstracción cuando Jun sopló las cenizas del esparto y algunas me cayeron en la cara. Sacó la cera derretida y la puso sobre la mesa después de haberla soplado un par de veces más. La observó unos segundos mientras yo le observaba a él. “Si los ancestros no se equivocan, el próximo verano seguiremos aquí. Lo que no me dicen es quienes de nosotros”. Esas palabras eran alentadoras. Nosotros no creíamos en un dios todopoderoso como en el reino, creíamos en nuestro entorno, en nuestros semejantes y sobre todo en nuestros ancestros, conocidos o no, pero que nos transmitieron los conocimientos para poder sobrevivir. Confiábamos mucho en ellos, por eso fue confortable oír esas palabras. Tony entró por la puerta y se sentó con nosotros. “Ya nos reunimos antes, no queríamos despertarte”. Yo asentí con la cabeza. “Ya está todo preparado. El único problema es que nos han faltado varios metros de fosa sin poner las picas, justo por el sur, por donde vienen los hombres del Conde. Hemos reforzado la defensa por allí. Aún no hemos podido hablar con Ivan, pero los que cuidan la puerta están preparados para abrirla cuando vengan”. Así me estuvo explicando la estrategia decidida durante varios minutos. “Lo que más me duele es no poder ayudaros”. Jun: “Tendrás que ir a la cascada tu también”. El gesto de ambos era serio. “Jamás, mi mano derecha aún puede empuñar un arma”. Esto lo dije soltando unas lagrimas que no pude disimular. Jun se echó a reir. “Tranquilo que esto lo tenemos solucionado. ¡Lydi! ¿Como va eso?”. Lydi: “¡Ya voy, casi está!” Tony y yo nos miramos extrañados. “A saber que traman”. Dijo Tony. Lydi salió de la cocina con un gran tenedor de madera de tres puntas, de las cuales había quitado la de el medio. También un rollo de cordel y una tijera. Ató el tenedor a mi antebrazo poniendo entre medias algodón para que no me causara mas daño. Lo ató por decenas de sitios haciendo que no se moviera ni un poco. Tony y yo seguíamos sin entender para que era aquello, pero por mucho que preguntamos solo recibíamos un “Esperar”. Jun sacó de detrás del mostrador mi arco. Se notaba que estaba bien tensado y listo. Le había puesto a unos centímetros del centro hacía abajo dos cuchillos de madera. Metió el cuerpo del arco entre las puntas del tenedor apoyando los cuchillos en ellas para que el arco no cayera. También otro en la otra posición sobre estos. Montó una flecha y movió mi mano hacia la cuerda. “Dispara”. Les miré con cara de emoción y tiré con fuerza. Apunté a un barril que había al final del mostrador. El tenedor no se movía de posición en el antebrazo, pero notaba como se doblaba un poco la madera en su extremo. Solté y la flecha se clavó a pocos centímetros de donde apuntaba. Ahora si que me eché a llorar porque podía luchar. “Ha sido idea de Lydi”. Dijo Jun. Le hice un gesto para que se acercara y la besé en los labios. Ella se enrojeció y Jun y Tony se echaron a reír. Al final podré ayudar a salvar a Bolras. Todos deseábamos que empezara la batalla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS MAS LEÍDOS